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martes, 19 de agosto de 2014

AY, POBRE CULTURA...CLEMENCIA..


          EL LIBRO IMPRESO CRUZA EL NIÁGARA EN BICICLETA

      Por Orlando Periñán Lombana 
Según el análisis del Foro en el Xll Parlamento Nacional de Escritores, realizado recientemente en Cartagena, el periodista magdalenense Gilberto García Mercado, en el cubrimiento del evento por este medio plasma varias opiniones, sinceras y objetivas, de panelistas como Alma Rosa Terán, poeta del departamento de Sucre, de Álvaro Maestre del Cesar y del poeta cartagenero Gonzalo Alvarino, donde ponen el grito en el cielo, por el mal trato del Gobierno Nacional, Departamental y Distrital, negando el apoyo a la Cultura en todas sus manifestaciones. 
Yo les digo a los ilustres escritores antes mencionados, que una vez le insinuaron y más tarde propusieron a Winston Churchill, durante la ll Guerra Mundial, que le quitara el Presupuesto asignado a la Cultura con el fin de utilizarlo para el sostenimiento de la guerra y él sabiamente respondió: «Señores, ¿entonces para qué luchar?», y continuó, «No olviden que en esta guerra no sólo está en juego la dignidad, la libertad, la soberanía, sino también la estabilidad de nuestra Cultura en general».
Ahora hagan el ejercicio de comparar lo dicho por Winston, con el comportamiento de nuestros gobernantes… 
No obstante el análisis hecho en el Parlamento, y que deja mal parado a quienes deciden sobre la Cultura en Colombia, hay que seguir fomentándola, eliminando a los reconocidos «depredadores» de las pocas partidas asignadas al raquítico Presupuesto, defendiendo el uso de esos dineros en aras de la divulgación, para poder sacarla de la crisis en que está sumida. 
Nuestros dirigentes actúan en forma contraria a Winston Churchill, siempre tratan que el ridículo Presupuesto vaya disminuyendo hasta que llegue algún día a desaparecer. 
Por eso me uno al clamor de los escritores del Parlamento, al cual estoy seguro se unirán los ciudadanos que sienten a la cultura amenazada, en la «sala de cuidados intensivos», como consecuencia de la desidia de nuestros gobernantes. 
Paralelo a ello, el libro y la lectura están en alto riesgo, consecuencias de ello es el desempleo rampante, que afecta la capacidad de compra del lector. 
Se observa una gran competencia entre las editoriales tradicionales contra las empresas globales que se han posesionado en el mercado de los libros virtuales… 
Todas estas variables reducen la producción académica y científica, empobreciendo a los habituales lectores, no sólo en nuestra nación sino en el mundo. 
De las librerías virtuales, se sabe de ante mano, que es privada, ellas abren sus mercados basados en grandes despliegues publicitarios en busca de lucrarse. En cambio, cuando el Gobierno gira los recursos, estos están dirigidos a las asociaciones, fundaciones y demás que promueven el fomento, divulgación y promoción de la lectura, con el objetivo primordial de conseguir lectores. 
En los últimos tiempos el sector del libro impreso cruza el Niágara en bicicleta. Los libros cada día escriben en capítulos cortos su propio epitafio. Lo que se está viviendo ha retrasado el trabajo de años en en los planteles educativos, y por el lado de los llamados «gestores culturales», cuando lo intentan por voluntad propia, corren el riesgo de fracasar, hasta en algunos casos deterioran su integridad física, con la aparición de alguna enfermedad terminal. 
A pesar de estos datos sombríos, y nadando contra la corriente tenemos una Asociación de Escritores dirigida por Joce Daniels, quien todos los años hace su Parlamento, aunque después lo anden buscando para que cancele «las culebras» que el buen hombre se echa encima. 
Sin embargo, no podemos permitir que sean «estos escritores sacrificados» quienes asuman la responsabilidad del Gobierno. 
Ojala este artículo no lo lea mi empleada del servicio, mi pobre y querida Clemencia…

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