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domingo, 20 de abril de 2014

(Q.E.P.D) EL MAESTRO

          GARCÍA MÁRQUEZ POR SIEMPRE...
  Por Juan V Gutiérrez Magallanes
EL GRAN FABULADOR DE MACONDO
Era una cita ineludible, allí, en un ámbito celestial debían encontrarse, el 27 de abril, en el cumpleaños de Jorge Artel. 
Era una invitación ecuménica, donde no faltarían los inscritos en el mes de abril. 
Porque el 17 de este mes, Dios lo había escogido para la llegada de Gabriel García Márquez, los nacidos en abril serían invitados especiales. Se aprovecharía el 27, para rendirle los más sublimes honores a Gabo. En ese día, estaría Charles Baudelaire, quien había aparecido en la dimensión terrestre un 9 de abril, con sus flores del mal, tornadas en flores amarillas. 
De igual manera, estarían todos aquellos que habían tocado con su llanto primario la luz de la dimensión diferente a la celestial. 
Ahora Héctor Rojas Herazo, había encontrado respuesta a su poema: «Desde la luz preguntan por nosotros». Allí estarían con Gabriel García Márquez, Milan Kundera (1 de abril), brindando por «La Inmortalidad», la cual facilitaba la oportunidad de estar allí, en la parranda, que sería amenizada por Rafael Orozco con las canciones de Escalona; Celia Cruz, con una especie de «contracanción», porque esta vez, «sí habría cama para mucha gente»; Cheo Feliciano, dándole consuelo a Anacaona, para calmar la voz de su angustiado corazón. 
Gabo, estará muy feliz, porque ahora, no sólo vivirá «La tercera resignación», sino que tendrá una resignación de eterna felicidad, así podrá contemplar sin temor alguno «La otra costilla de la muerte», podrá explicar, por qué narró el cuento de, «Nabo, el negro que hizo esperar a los ángeles» y le dirá a los ángeles, que, ya no habrá «Un día después del sábado». 
No apartará los ojos de la señora que sirvió de Leitmotiv, para contar los hechos de «La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada». Gabo fue muy claro y explícito, por eso dijo: «Yo no vengo a decir un discurso». Estoy aquí con «Todos los cuentos», desde la «Amargura para tres sonámbulos», hasta observándome en el «Diálogo del Espejo». 
Ahora sobrará «La hojarasca». Para responderle al hombre que dedicó su vida al servicio de la patria para que no se diga, «El Coronel no tiene quien le escriba», porque aquí, en esto que parece una paradoja, ha de «Vivir para contarla», sí, mi vida, que no es «El otoño del Patriarca», y bien podría tener alguna relación con la «Memoria de mis putas tristes». 
En realidad no fue la vivencia de Gabo, sino la capacidad de creación mítica de un hombre que caminó por varias dimensiones e hizo «Crónicas y reportajes», «Cuando era feliz e indocumentado», todo esto le permitió irse «De viaje por los países socialistas». 
Gabo, un hombre de raíces fuertes, se ha permitido establecer símiles entre sus mariposas amarillas y el contraste del rojo de la sangre con el blanco de la nieve, para escribir cuentos como: «El rastro de tu sangre en la nieve», «Ojos de perro azul» y acercarse sin temor para mirar «El ahogado más hermoso del mundo». 
En este encuentro, todos deben estar a «Las ocho menos cuarto», con la salvedad que todo tiempo será bueno, no tendremos oportunidad de vivir «La mala hora», porque estaremos protegido de los trabajos de Anatole France (16 de abril), quien esgrime como estandarte de los derechos humanos, acompañado de Gabriela Mistral (7 de abril), con la lectura de su poema, «Decálogo del Artista»: 
1. Amarás la belleza, que es la sombra de Dios sobre el Universo/
2. No hay arte ateo. Aunque no ames al Creador, lo afirmarás creando a su semejanza/
3. No darás la belleza como cebo para los sentidos, sino como el natural alimento del alma/
4. No te será pretexto para la lujuria ni para la vanidad, sino ejercicio divino/
5. No la buscarás en las ferias ni llevarás tu obra a ellas, porque la belleza es virgen, y la que está en las ferias no es Ella /
6. Subirá de tu corazón a tu canto y te habrá purificado a ti el primero/
7. Tu belleza se llamará también misericordia, y consolará el corazón de los hombres /
8. Darás tu obra como se da un hijo, restando sangre de tu corazón /
9. No te será la belleza opio adormecedor, sino vino generoso que te encienda para acción, pues si dejas de ser hombre o mujer , dejarás de ser artista /
10. De toda creación saldrás con vergüenza, porque fue inferior a tu sueño, e inferior a ese sueño maravilloso de Dios que es la Naturaleza/ 
Inca Garcilaso de la Vega (12de abril), al mirar a Gabo, vestido de liquilique, lleno de emoción, gritará: «Viva Sandino» y le pedirá que le cuente sobre las «Aventuras de Miguel Littin Clandestino en Chile», pero Gabo , muy comedido, le permitirá que se entere a través de su «Obra periodística» y será reiterativo. «Yo no vengo a decir discurso», dirá. 
(Y aquí estoy, dirá el columnista, para participar, ya de la percusión de Paulino Salgado, Batata III, acompañado de Graciela con el toque del Pechiche, en la representación de un Lumbalú por los «Funerales de la mama Grande»). 
Aunque con «Crónica de una muerte anunciada». El 17 de abril, Gabo llega al universo celestial, donde se cumple la sentencia de Juancho Polo: «Dios anda en el aire», ese mismo día, se encuentra con Cheo Feliciano y evocan recuerdos y se ven con Alejandro Obregón, quien había entrado a esa dimensión un 11 de abril, y es cuando Gabriel García Márquez concluye, gracias a las pinturas de su amigo la respuesta a lo que se planteaba, cuando escribió «Alguien desordena estas rosas». 
Allí, en los peces de Obregón, podía contemplar la mutación de mariposas amarillas en esos seres de múltiples colores. 
La satisfacción aumenta cuando se encuentra con Miguel Cervantes Saavedra y Lucho Bermúdez, (fallecidos también en abril) estableciéndose una relación con este mes, William Shakespeare y el anfitrión de aquella cita, Jorge Artel, nacido el 27 de abril, quien aprovechó para pasar invitación a Vladimir Nabokov (22 o 23 de abril) y al poeta español Rafael Guillén, del mismo día de Artel (27). Hasta Roberto Bolaños, gozaba por el entusiasmo, pues su cumpleaños sería el 28 de ese mes. 
Corrían las voces y cada quien parecía vivir la alegría de un monólogo, muchos evocaron «Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo». Quizás lo más notable de aquello, fue la de ver el recinto sin la presencia de un hombre, que siempre permanecía concentrado en sus pensamientos, pero allí no estaba «El General en su laberinto». 
Hacía acto de presencia en la Asamblea de Honores para Gabriel García Márquez, Samuel Beckett (13 de abril), en su razón de dramaturgia, montó una obra basada en los «Doce cuentos peregrinos» y «El Asalto». Para Gabriel García Márquez, no habrá «Cien Años de Soledad», ahora, más que nunca, vivirá en años de eterna solidaridad, se verá con Rafael Uribe Uribe (12 de abril) y estará siempre pendiente a recoger los últimos reportajes para continuar su «Obra periodística», crónicas que saldrán depuradas, porque ya conoce los métodos del «hombre Lámpara», así como llamó Héctor Rojas Herazo al hombre del lápiz rojo, Clemente Manuel Zabala. 
Podrá cantar acompañado de Benito Barros, Rafael Escalonan, Emiliano Zuleta y Rafael Orozco, animado por el coro que estará conformado por el Joe Arroyo, Celia Cruz, Diomedes Díaz y Cheo Feliciano. La muerte de Gabo, cita a la audiencia proclamada por Eduardo Zalamea, para que en abril, dedicado a los Idiomas, todos se concentren y escruten las oraciones para así conocer las formas en que se pueden expresar los amores por la patria. 
Gabo en los «Cien Años de Soledad», que vivirá eternamente, para recordar lo que una vez escribió en el libro «Cómo se cuenta un cuento» «…cuando me enteré de que me habían dado el premio Nobel, mi primera reacción fue pensar: «¡Coño, se lo creyeron ¡ ¡Se tragaron el cuento!» Esa dosis de inseguridad es terrible pero, al mismo tiempo, necesaria para hacer algo que valga la pena. Los arrogantes que lo saben todo, que nunca tienen dudas, se dan unos frentazos, mueren de eso». 
Gabriel García Márquez, poseía en la escritura la humildad de los sabios, sabía hacer de la sencillez la grandeza de los que caminan con el sol en la frente. 
Juan V Gutiérrez Magallanes

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